La visibilidad como antídoto contra el odio

NINA_RETRATO

Si algo he aprendido en todos estos años es que el odio no se combate con más odio. Se combate con conocimiento, con empatía y, sobre todo, con visibilidad.

Quienes difunden discursos de odio lo hacen, muchas veces, desde el desconocimiento. Porque es fácil hablar mal de lo que no se ve, de lo que se esconde o de lo que se pinta como una amenaza lejana. Pero cuando nos mostramos, cuando contamos nuestras historias y ponemos rostro y voz a lo que somos, esos prejuicios empiezan a tambalearse.

La sensibilización no se trata de dar lecciones desde un púlpito, sino de tender la mano. Es enseñar a través de la convivencia que las personas LGTBI+ no somos un eslogan ni una moda: somos hijos, hijas, amigas, compañeros de trabajo, vecinas. Y que nuestra vida, con sus retos y alegrías, merece respeto como la de cualquiera.

La visibilidad es incómoda para quien quiere negarnos, claro. Pero es la herramienta más poderosa para desmontar bulos y miedos. Cuando alguien que nunca ha tenido contacto con la diversidad escucha un testimonio, ve a una familia distinta a la suya o se da cuenta de que la persona que admira también forma parte de este colectivo, el odio pierde fuerza. Porque ya no hablamos de “ellos”, hablamos de personas concretas, con nombre y apellido.

No digo que sea un camino fácil. Exponerse duele a veces, y sensibilizar requiere paciencia. Pero estoy convencida de que es el camino más eficaz. La violencia solo crea más violencia. La visibilidad, en cambio, abre puertas. Y la sensibilización siembra semillas que, tarde o temprano, florecen en respeto.

Por eso creo que la mayor arma contra los discursos de odio no es el silencio ni la confrontación agresiva. Es la valentía de mostrarnos y la capacidad de explicar, una y otra vez, que lo diferente no es peligroso, sino parte de la riqueza humana.

Nina Vagina